sábado, 3 de octubre de 2009

Bibliografía anotada 3: Pierre Lévy: ¿Qué es lo virtual?

Para Lévy, en su libro ¿Qué es lo virtual? (1), el abordaje de lo virtual no es apocalíptico ni catastrófico, sino por el contrario: optimista, una visión en la que la virtualización es una continuación de la hominización, del proceso que nos lleva a diferenciarnos de los animales. “(…) lo virtual, en un sentido estricto, tiene poca afinidad con lo falso, lo ilusorio o lo imaginario. Lo virtual no es, en modo alguno, lo opuesto a lo real, sino una forma de ser fecunda y potente que favorece los procesos de creación, abre horizontes, cava pozos llenos de sentido bajo , la superficialidad de la presencia física inmediata.” (p 8; los números colocados entre paréntesis señalan en todos los casos la página de la cita, en la versión digital que se describe en la bibliografía). Y más adelante nos dice que: “El reto de este libro, por lo tanto, es triple: filosófico (el concepto de virtualización), antropológico (la relación entre los procesos de hominización y la virtualización) y sociopolítico (comprender la mutación contemporánea para tener una oportunidad de convertirse en actor de ella).” (p 8)
En el primer capítulo, define los conceptos de realidad, de posibilidad, de actualidad y de virtualidad, la «desterritorialización» asociada a la virtualización.
“Los tres capítulos siguientes conciernen a la virtualización del cuerpo, del texto y de la economía.(…)
El quinto capítulo analiza la hominización en los términos de la teoría de la virtualización: virtualización del presente inmediato por medio del lenguaje, de los actos físicos por la técnica y de la violencia por el contrato. (…)
El capítulo sexto, utiliza los materiales empíricos acumulados en los capítulos precedentes para poner en evidencia el núcleo invariante de operaciones elementales implicadas en todos los procesos de virtualización: los de una gramática, de una dialéctica y de una retórica ampliadas a los fenómenos técnicos y sociales.
Los capítulos séptimo y octavo examinan «La virtualización de la inteligencia». Presentan el funcionamiento tecnosocial de la cognición siguiendo una dialéctica de la objetivización de la interioridad y de la subjetivización de la exterioridad, la cual, como se verá, es típica de la virtualización. Estos capítulos desembocan en dos resultados principales. En primer lugar, muestran una visión renovada de la inteligencia colectiva emergente en las redes digitales de comunicación. Después de lo cual, ofrecen la construcción de un concepto de objeto (mediador social, soporte técnico y nexo de las operaciones intelectuales) que sirve para completar la teoría de la virtualización.” (p.9)
El autor plantea que no existe oposición entre lo real y lo virtual. Lo virtual es lo que existe potencialmente y se opone a lo actual, es el problema (que tiende a la resolución: la actualización). Lo posible, por otro lado, se asemeja a lo real: es lo real sin existencia. “La memorización digital es una potencialización, la visualización de datos una realización. Un hipertexto es una matriz de textos potenciales, de los cuales sólo algunos se realizarán como resultado de la interacción con un usuario.” (p 29) Los pares son entonces: potencial-real y virtual-actual.
A través del ejemplo de la virtualización de una empresa en la que se “hace un uso masivo del teletrabajo, tendiendo a reemplazar la presencia física de sus empleados en los mismos locales por la participación en una red de comunicación electrónica y a usar recursos informáticos que favorecen la cooperación.” (p12), se muestra cómo la empresa deja de ser un establecimiento con trabajadores cuyo tiempo es comprado, a ser una coordinación que distribuye el trabajo, pasando de una solución dada a un nuevo problema.
La virtualización elimina la exigencia de los presencial, o de lo geográfico, la comunidad virtual no está delimitada por un territorio determinado (es la desterritorialización de lo virtual), sino que se vincula por compartir el mismo problema o foco de interés, “Pero, a pesar de ello, lo virtual no es imaginario. Produce efectos.” (p 15), desdibuja los límites entre “público y privado, propio y común, subjetivo y objetivo, mapa y territorio, autor y lector, etc.” (p 17)
La virtualización alcanza también al cuerpo: la función simétrica de la percepción es la proyección en el mundo tanto de la acción como de la imagen. La proyección de la acción está vinculada a las máquinas y a la técnica, la de la imagen del cuerpo a la telepresencia, las telecomunicaciones, teléfono, y también a las imágenes médicas de ecosonografía, resonancia magnética nuclear, tomografía axial computarizada, radiología y demás estudios imagenológicos que penetran la superficie del cuerpo sin cortar la piel. El hipercuerpo de la humanidad comparte incluso sus órganos y tejidos, los transplantes y transfusiones materializan el intercambio entre vivos y con muertos, e incluso con animales, convirtiendo la comunidad religiosa o simbólica de los cuerpos en hecho técnico.
Pasando de una solución particular a una problematización general (colectiva), la virtualización del cuerpo es una heterogénesis de lo humano.
Para Lévy la lectura es la actualización del texto, en tanto depende de la interpretación del lector que le da un sentido particular en un momento determinado, y la escritura es una forma de virtualización de la memoria (puesta en común, heterogénesis). Ese sentido no existe antes de la lectura, y existirá de una manera particular y diferente de acuerdo al contexto de la lectura, del lector, de sus relaciones con otros textos y afectos, con lo que la actualización por el lector a través de la lectura convierte al texto en un cuerpo viviente.
La desterritorialización de lo virtual se vincula al nomadismo, e igualmente, el texto (y los hipertextos) de las redes virtuales del ciber espacio se vinculan a la comunicación oral. Así, la escritura y la imprenta responden a la exigencia de una verdad universal, objetiva, así como la red virtual reproduce en el mundo actual comunicación oral prehistórica, y sus saberes míticos y narrativos.
Los hipertextos prolongan en el espacio virtual las señales (puntuación, capítulos, diagramas, notas a pie de página) que la escritura fue desarrollando paulatinamente a partir de los primeros alfabetos sin separaciones. Son los tiempos de la respiración y el ritmo de la palabra hablada traducidos de manera imperfecta en el texto escrito lo que veíamos en el papel, y ahora las conexiones, las referencias de nuestra memoria, las asociaciones y las lecturas posibles, que aparecen como hipertextos: la velocidad. En la web se almacena la memoria por un lado la enorme multitud de datos y por otro las estructuras, los recorridos o señalizaciones subjetivos de cada organización o individuo. Especialmente los enlaces al exterior de la página representan rutas diferentes para llegar a un mismo texto (enlaces hipertextuales). Estos enlaces hipertextuales a veces llevan a datos puestos al día en tiempo real, haciendo al lector partícipe pensante y creador de nuevas lecturas. El texto subsiste fuera de las fronteras de la página (y de los países), al igual que las imágenes o la música.
Habiendo sido la escritura actual creada para un soporte estático, es factible plantear la invención de nuevos sistemas de escritura acordes al soporte dinámico de la web, ya presentes, por ejemplo, en los íconos, videojuegos, simulaciones gráficas, etc. Pero no se trata de la desaparición del texto, sino de su relanzamiento (incorporando la intertextualidad, referencias) potenciado.
La información y el conocimiento son bienes económicos primordiales y muy particulares: por ser virtuales (desterritorializados) “consumirlos no los destruye y cederlos no significa perderlos.” (p 43), y además se pueden transmitir y producir de una manera cooperativa, a contrapelo de la economía basada en las escasez de los bienes. Estaríamos entonces ante una economía de abundancia, en la que ganarán las sociedades que logren aumentar la eficacia del trabajo a través de la inteligencia colectiva virtual. Además, la actualización de lo virtual es un acto creador, al actualizar el conocimiento le damos un sentido nuevo y lo convertimos en solución.
Según la teoría matemática de la comunicación, una información es un acontecimiento que reduce la incertidumbre respecto a un entorno dado.” (p 44)
En esta nueva economía virtual (de la información y el conocimiento) el derecho de autor pasa de ser territorial (valor de cambio de la venta de un libro, o un disco, por ejemplo) a ser un derecho de tránsito o de uso, y los límites entre producción y consumo se hacen difusos.
El autor plantea que las cuatro propiedades de la inteligencia colectiva son: conectividad (vínculos, redes), una semiótica (sistema de representaciones, evolución de los signos), una axiología (o valores filosóficos, morales) y una energética (fuerza afectiva de las imágenes, publicidad, retórica), y se integra en un “metamercado” de evaluación cooperativa y social.
Son tres las virtualizaciones que han creado lo humano: el lenguaje, la técnica y el contrato. Para Lévy la virtualización generalizada (incluyendo economía, cuerpos, mensajes) se inserta en el proceso de hominización: la creación del lenguaje (específicamente humana) es un proceso de virtualización, que da celeridad a la difusión de las técnicas y la complejidad de las instituciones. También la virtualización permite la transformación y el intercambio de lo interior (privado) al exterior (público) y viceversa.
“La humanidad surge a partir de tres procesos de virtualización. El primero está vinculado a los signos: la virtualización del tiempo real. El segundo, a las técnicas: la virtualización de las acciones, del cuerpo y del entorno físico. El tercer proceso crece con la complejidad de las relaciones sociales: para designarlo de la manera más sintética posible, diremos que se trata de la virtualización de la violencia. (…)
Por medio del lenguaje, la emoción virtualizada por el relato vuela de boca en boca. Gracias a la técnica, la acción virtualizada por la herramienta pasa de mano en mano.” (p 61)
Las operaciones de la virtualización o el trivium antropológico: la gramática nos permite componer a partir de los fonemas (elementos sin significado unidades significativas (frases, discursos), la dialéctica es el arte del diálogo de interlocutores, con la retórica se trata de actuar sobre los otros a través de los signos. La fragmentación en unidades básicas es para Foucault el preludio del acercamiento disciplinario al cuerpo. Para Lévy el trivium virtualizante del lenguaje caracteriza también a la técnica y a la complejidad de relaciones humanas, la estandarización, por ejemplo, hace compatibles sistemas de información, o de transporte. El pensamiento y la inteligencia humana están indisolublemente unidos al lenguaje, instituciones, representaciones, en fin: a la virtualización, generando la posibilidad de una inteligencia colectiva muchas veces subestimada.
A diferencia de las sociedades animales, la inteligencia colectiva humana es conciente de si misma, y cada quien la refleja de un modo particular (no como el partícipe acrítico y ciego de la inteligencia social animal).
Ahora, para Lévy es fundamental que nos apropiemos de las inmensas posibilidades de la inteligencia colectiva, a través de la comunicación no mediática masiva, en la que el poder no reside en el emisor (que se dirige a un receptor pasivo, como en la televisión), sino que es posible la relación transversal entre los receptores (que son a su vez emisores) virtuales, que no se asocian por su ubicación geográfica (desterritorializada) sino por sus afinidades e intereses (un objeto común que genera un sujeto colectivo) en una coordinación no jerárquica.
“La alternativa es simple. O el ciberespacio reproduce lo mediático, lo espectacular, el consumo de información comercial y la exclusión a una escala todavía más gigantesca que la existente hoy en día —ésta es a grandes rasgos la tendencia natural de las «autopistas de la información» o de la «televisión interactiva»—, o bien acompañamos las tendencias más positivas de la evolución en curso y nos planteamos un proyecto de civilización centrado en los colectivos inteligentes: recreación de los lazos sociales por medio de los intercambios de saber, reconocimiento, escucha y valoración de las singularidades, democracia más directa, más participativa, enriquecimiento de las vidas individuales, invención de nuevas formas de cooperación abierta para resolver los terribles problemas que la humanidad debe afrontar, acondicionamiento de las infraestructuras culturales y de programas informáticos de la inteligencia colectiva.” (p 94)
Lévy plantea el problema de la inteligencia colectiva y su coordinación para hacerla sobrepasar las capacidades de la inteligencia individual, sin establecer nuevas relaciones de dominio y de anulación, fomentando la diversidad y la cooperación por el bien común.
“Si bien todas las personas son inteligentes a su manera, los grupos a menudo decepcionan. Se sabe que, en una muchedumbre, las inteligencias individuales, lejos de sumarse, tienden a dividirse. La burocracia y las formas autoritarias de organización aseguran una cierta coordinación, pero a costa de la asfixia de las iniciativas y de la anulación de las singularidades.” (p 95)
Algunas preguntas fundamentales serían, para el autor: “¿cómo pasar aquí y ahora, de la inteligencia colectiva, que es inherente a la condición humana, a los colectivos inteligentes que optimizan deliberadamente sus recursos intelectuales? ¿Cómo construir una sociedad de manera flexible, intensa e inventiva, sin basar el colectivo en el odio al extranjero, ni en algún mecanismo victimista, ni en la relación con una revelación trascendente o un jefe providencial? ¿Cómo poner en sintonía los actos y los recursos de las personas sin someterlas a una exterioridad alienante? Un régimen así no se decreta y sin duda hace falta algo más que buena voluntad.” (p 97) y pudieran parecer utópicas. Es la búsqueda del cómo pasar de la cacería animal de presas a la cooperación por un objeto común circulante de manera libre (en el ciberespacio, no en la apropiación de la autopista electrónica).
“El término quadrivium, o vía cuádruple, fue acuñado por Boece en el siglo VI d.C. para designar los estudios científicos que debían seguir al trivium (gramática, dialéctica y retórica), a saber: aritmética, geometría, música y astronomía. Este programa de estudio, trivium y quadrivium —los siete pilares de la sabiduría— fue seguido durante siglos por las «facultades de las artes» de la Edad Media europea. (p 109)
Siguiendo entonces el juego de mostrarnos trivium y ahora quadrivium, Lévy muestra las relaciones entre los cuatro modos de ser: posible, real, actual, y virtual, no antagónicos sino complementarios y conjuntos.
“Lo posible y lo virtual tienen, evidentemente, un rasgo común que explica la confusión tan frecuente que se produce entre ellos: los dos son latentes, no manifiestos. Más que librar una presencia, anuncian un futuro. En cambio, lo real y lo actual son, ambos, patentes o manifiestos.” (p 109)

Comentario crítico

En la tradición filosófica francesa Lévy (con formación inicial en historia e historia de la ciencia) establece un conjunto de categorías que ayudan a pensar desde el punto de vista filosófico y socio-antropológico en lo que ha sido y será el papel de la informática en el mundo y en las sociedades.
Para Lévy el abordaje de lo virtual no es catastrófico, ni tampoco es la idea del determinismo tecnológico, sino por el contrario: hace un planteamiento optimista, una visión en la que la virtualización es una continuación de la hominización, del proceso que nos lleva a diferenciarnos del mundo animal. Podría pecar de demasiado optimista o tal vez ingenuo al pensar que la inteligencia colectiva puede ser de algún modo orientada hacia un norte de solidaridad, cooperación y colectivismo, pero a la vez es una visión refrescante en el medio de los pronósticos apocalípticos finiseculares.
El libro resulta a ratos demasiado denso, y tal vez sería más fácil de leer en la web, si desarrollase hipertextos que sirvieran de glosario a medida que se avanza en la lectura. En cualquier caso, la utilización de ejemplos de la vida cotidiana ayuda al lego (como yo…) a entrar en las profundidades filosóficas de la definición de lo humano (para Aristóteles era la risa, lo característicamente humano: los animales no ríen). La virtualización no es entonces el fin de la civilización humana, sino otro paso en la separación de lo animal. La virtualización del texto, del cuerpo y de la economía; y luego el lenguaje, la técnica y el contrato como virtualizaciones que crean lo humano son los sustratos de la inteligencia colectiva. La verdadera pregunta queda luego claramente planteada: ¿cómo pasar de la inteligencia colectiva a los colectivos inteligentes?, y muy especialmente cómo hacerlo sin generar nuevas relaciones de dominación y alienación. Ese es el reto y la invitación que nos hace Lévy al final.

Bibliografía:

(1) Lévy, P.: ¿Qué es lo virtual?. Editorial Paidós, Barcelona, 1999. Título original: Qu’est-ce que le virtual?, publicado en francés por Éditions de la Découverte, París. Traducción de Diego Levis.

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